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Categoría: Dormitorio
Qué es el reflujo en bebés y cómo aliviarlo
La regurgitación o el reflujo en los bebés es algo de lo más normal, sobre todo, de los 0 a los 6 meses de edad.
De hecho, casi la mitad de los bebés regurgita de una a tres veces al día. Cuando esto ocurre, el lactante devuelve espontáneamente la leche que acaba de tomar, poniendo perdido aquello que tenga por delante (en muchas ocasiones, su mami o su papi).
El problema es si este episodio se repite más veces de lo normal a lo largo del día o cuando el bebé sigue regurgitando más allá de los 12 ó 14 meses de edad. Entonces, podríamos estar hablando de la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico o ERGE.
Pero veamos exactamente qué es el reflujo en bebés, qué lo provoca y cómo se puede aliviar.
En qué consiste el reflujo en los bebés
A diferencia de los adultos, el reflujo gastroesofágico en los bebés es generalmente un fenómeno fisiológico.
Al no estar totalmente desarrollado el músculo de su esfínter esofágico inferior, esa especie de anillo que une el esófago y el estómago, no llega a cerrar lo suficiente cuando el bebé traga y la comida pasa hacia abajo, de forma que, a veces, ese contenido vuelve hacia atrás y regresa de nuevo a la boca.
Diferencia entre reflujo y vómito
Después de explicar qué es el reflujo en los bebés, hay que aclarar que no es lo mismo reflujo que vómito, aunque el desenlace sea muy similar: la expulsión de la comida por la boca.
La principal diferencia entre el reflujo y el vómito es que, así como con el reflujo, el bebé no tiene arcadas previas y, como mucho, arquea la espalda por sentirse un poco molesto, el vómito sí va acompañado de dolor, sudoración, palidez y mala cara. Esto se debe a que lo que se está produciendo al vomitar es una contracción fuerte de las paredes del estómago para intentar expulsar el contenido de su interior, porque le está haciendo daño, por ejemplo, a causa de una alergia alimentaria.
Además, el reflujo ácido no siempre provoca el arrojo de una gran cantidad de leche. A veces, los bebés con reflujo prácticamente no expulsan nada.
¿Hasta qué edad suelen tener reflujo los bebés?
Como hemos comentado en la introducción, hasta los 12 meses aproximadamente, el reflujo en los bebés se considera algo normal.
A medida que el bebé va creciendo y se completa el desarrollo del esfínter esofágico inferior, el reflujo tiende a desaparecer y es raro que se produzcan nuevos episodios una vez cumplido el año y, menos aún, pasados los dos años.
Muchas veces, la situación ya empieza a mejorar hacia los 6 meses de edad, cuando empieza a introducirse la alimentación complementaria en la dieta del bebé y este pasa más tiempo en posición vertical.
Si tu bebé sigue regurgitando con más de un año o lo hace muchas veces al día, tendrías que consultarlo con el médico, porque podría tratarse de ERGE (Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico).
Afortunadamente, esta enfermedad tiene una baja incidencia entre los niños y solo la padece en torno a un 2% de la población pediátrica.
Síntomas que indican que tu bebé puede padecer ERGE
Un bebé con Enfermedad de Reflujo Gastroesofágico (ERGE), además de regurgitar, puede presentar uno o varios de los siguientes síntomas:
- Se muestra muy irritable y llora más de lo habitual.
- Vomita bastante cantidad de leche y con mucha fuerza (vómito en proyectil).
- Pierde peso o este aumenta menos de lo que debería ser a su edad.
- Le cuesta tragar.
- Respira con dificultad.
- El vómito y/o las heces contienen sangre.
- El pañal permanece seco durante 3 horas o más.
Ojo, porque presentar estos síntomas no significa necesariamente tener ERGE. Hay afecciones distintas a esta enfermedad que pueden causar síntomas muy parecidos.
Por tanto, tendrá que ser el médico el que examine al bebé y, después de una serie de pruebas, determine el diagnóstico definitivo.
Es muy probable que el pediatra sugiera algunos cambios en la alimentación para comprobar que no se trata de una alergia alimentaria.
Cómo se puede aliviar el reflujo en los bebés
Si el reflujo de tu bebé es fisiológico y no se debe a algo más grave, puedes seguir algunas pautas para aliviarlo:
- Evita alimentarle en exceso. Es mejor que le des cantidades pequeñas de comida con mayor frecuencia a que espacies más las tomas, pero dándole mayor cantidad cada vez.
- Haz que tu bebé eructe con frecuencia, tanto durante la comida como después de comer, para impedir que los gases se acumulen en su estómago.
- Después de cada comida, intenta mantener a tu bebé erguido, al menos, durante 30 minutos.
- Usa una cuña anti-reflujo cuando acuestes a tu bebé. Le ayudará a tener una posición semierguida y, por tanto, a que el alimento que ha ingerido no vuelva al esófago.
- Evita que juegue o esté muy activo justo después de comer. Tampoco lo pongas en una mecedora hasta que no pase un buen rato.
Ahora que ya conoces bien qué es el reflujo en bebés, aparte de seguir los consejos que te hemos dado, quizás sería recomendable que te hicieras con una buena colección de baberos. 😄
Terrores nocturnos en los niños: un miedo que se olvida al despertar
Gritar, llorar sin control, respirar de forma agitada, sudar o patear son algunos de los síntomas de los terrores nocturnos, que suelen afectar a niños a partir de los 2 años, aunque también se han dado casos en bebés de tan solo 18 meses.
En principio, es algo normal y no debes alarmarte si tu peque sufre estos episodios de terror mientras duerme, pero has de saber cómo actuar en caso de que le ocurra para no empeorar la situación.
Qué son los terrores nocturnos
Los terrores nocturnos, al igual que las pesadillas y el sonambulismo, son un tipo de “parasomnia”, es decir, un trastorno de la conducta durante el sueño que no produce una interrupción importante del mismo.
Los niños y los bebés que sufren terrores nocturnos experimentan episodios de pánico durante la fase No-REM del sueño, la cual coincide con la etapa de adormecimiento – transición del estado de vigilia al sueño- y suele darse en el primer tercio de la noche.
Normalmente, los episodios de terrores nocturnos en niños y bebés son breves y duran unos 10 minutos, pero hay veces que se alargan un poco más.
Cómo diferenciar los terrores nocturnos de las pesadillas
Aunque, como hemos dicho, los terrores y las pesadillas pertenecen al grupo de las llamadas «parasomnias», hay diferencias entre una y otra:
- Mientras que los terrores nocturnos suelen producirse en la primera parte de la noche (fase No-REM, las pesadillas son malos sueños que se generan en la segunda parte, coincidiendo con la fase REM.
- Un niño o un bebé que tiene pesadillas puede moverse y emitir algún sonido. Pero en un episodio de terrores nocturnos, el miedo se manifiesta de una forma más expresiva, con movimientos bruscos, patadas, gritos, respiración agitada y sudores. El niño puede incluso llegar a levantarse de la cuna o cama.
- Durante una pesadilla, los niños pueden despertarse fácilmente. En cambio, es muy difícil despertar a un niño con terrores nocturnos, aunque nos parezca que está despierto por tener los ojos muy abiertos y la mirada fija.
- Cuando el niño que ha tenido un episodio de terrores nocturnos se despierta, no recuerda nada de lo ocurrido. Sin embargo, las pesadillas pueden recordarse y dejar una mala sensación en el cuerpo tras despertar.
¿Hay factores pueden provocar los terrores nocturnos en los niños?
Los terrores nocturnos infantiles se asocian principalmente con la falta de sueño, pero lo cierto es que no hay una única causa que provoque este tipo de trastorno en los niños.
No obstante, aparte de los malos hábitos del sueño, los expertos apuntan a otros factores que influyen como detonante de los terrores nocturnos y que pueden darte una pista si tu peque los está padeciendo:
- El propio proceso madurativo del cerebro de los niños, lo que origina “reajustes” nocturnos. En este sentido, es interesante conocer bien el sueño del bebé y sus diferentes etapas para estar preparados.
- Tener fiebre.
- Estar pasando por una etapa de estrés.
- El cansancio extremo.
- Malas experiencias recientes, como haber visto algo violento en la tele o haber presenciado una bronca fuerte entre sus padres.
- Los viajes o cualquier cambio de horario que influya en sus hábitos de sueño.
- Afecciones no diagnosticadas que interfieran en el sueño, como las apneas, el síndrome de las piernas inquietas.
Cómo actuar si tu peque tiene terrores nocturnos
Generalmente, los padres que presencian por primera vez un episodio de terrores nocturnos en su hijo o hija, se asustan bastante, ya que, como más de uno comenta, “parece una auténtica posesión”. No es raro, pues, llevarse alguna patada o manotazo si se acercan mucho.
Ante tal escena de gritos, llantos y movimientos bruscos, el primer impulso de muchos padres es despertar al niño inmediatamente. Sin embargo, según los expertos, esto es un error, primero, porque el niño está profundamente dormido – aunque tenga los ojos abiertos- y no va a reaccionar a ningún estímulo externo; y, segundo, porque, si llega a despertarse, va a estar mucho más agitado y le va a costar dormirse de nuevo.
Por tanto, aunque suene descabellado, la recomendación de los pediatras ante un episodio de terrores nocturnos, es quedarse cerca del niño observándolo y procurando que no se haga daño con nada de lo que tenga alrededor. Una vez se le haya pasado, acomódale en su cuna o camita, dale un besito de buenas noches y vuelve a la cama.
En este sentido, te puede venir muy bien practicar colecho durante los primeros años, ya que, por un lado, dormir junto a tu bebé te permitirá atenderle inmediatamente si padece terrores nocturnos o pesadillas, y, por otro, está demostrado que los bebés que duermen junto a los padres desarrollan un mayor grado de autoconfianza y seguridad en sí mismos. Este beneficio emocional favorecerá la transición de la cuna a la cama cuando llegue el momento.
Otra cuestión es que tu peque sufra terrores nocturnos con mucha frecuencia o que los episodios sean especialmente violentos, en cuyo caso debes consultarlo con su pediatra.
En definitiva, lo más habitual es que los terrores nocturnos en los niños se limiten a episodios breves que desaparecerán con el tiempo y con la ayuda de nuestros cuidados y de nuestro amor. 😊
Fiebre en el bebé: cuándo preocuparte y cómo actuar
Un momento muy temido por la mayoría de los padres primerizos es cuando a su bebé le sube la fiebre. Enseguida empiezan a pensar en problemas de salud y se echan a temblar.
Pero lo cierto es que la fiebre en un bebé es algo esperable y muy común, ya que su organismo no ha regulado completamente el desarrollo de la temperatura y, por tanto, es fácil que esta suba ante cualquier estímulo.
Esto no quiere decir que no tengas que estar alerta si tu bebé presenta fiebre alta durante un tiempo prolongado o se acompaña de otros síntomas.
¿Cuándo un bebé tiene fiebre?
Aunque la temperatura corporal varía según la persona y el momento del día – por la mañana es más baja que por la tarde y la noche-, se considera que hay fiebre cuando se pasa de los 38º en la zona rectal y de los 37.5º en la zona axilar.
Cómo tomar la temperatura a los niños correctamente
La recomendación de los pediatras para tomar la temperatura a los bebés lactantes con precisión es usar un termómetro digital e introducírselo suavemente por el recto tan solo medio centímetro. Cuando el termómetro pite, hay que comprobar si marca más de 38º.
En el caso de niños más mayores, puedes ponerle el termómetro digital en la axila o en la boca (debajo de la lengua), y observar si la temperatura supera los 37.5º después del pitido.
Además del termómetro digital, tienes la opción de recurrir a un termómetro de oído si tu bebé tiene más de tres meses. La sonda del termómetro se coloca en la abertura de la oreja hasta sellarla del todo, y luego se pulsa el botón de inicio. Si el lector digital muestra una temperatura por encima de los 37.5º, se considerará fiebre.
Detectar la fiebre del bebé a simple vista
Por otra parte, el avance de la tecnología nos ha aportado un sistema para detectar la fiebre del bebé a simple vista.
Es un sistema que incorporan los colchones sanitarios Therm de Babykeeper, cuyo tejido termoactivo cambia de color cuando el bebé tiene fiebre.
Realmente, es una forma muy visual de ponernos en alerta. Luego, es cuestión de tomarle al bebé la temperatura con el termómetro para comprobar cuántas décimas tiene exactamente.
Causas de la fiebre en los niños
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la fiebre es un síntoma que nos indica que el cuerpo está combatiendo alguna infección.
Los lactantes y los niños pequeños son más vulnerables a las infecciones, puesto que su sistema inmunitario no está totalmente desarrollado.
Las infecciones más comunes que pueden causar fiebre en los bebés son las siguientes:
- Infecciones respiratorias por resfriado o gripe.
- Gastroenteritis.
- Ciertas infecciones bacterianas, sobre todo la otitis, las infecciones que afectan a los senos paranasales, la neumonía y las infecciones de las vías urinarias.
- Enfermedades víricas con manifestación cutánea (granitos o manchas) , como la “fiebre de los tres días”, el sarampión, la varicela, la “quinta enfermedad” o la escarlatina.
Por otro lado, debemos desechar la creencia de que una fiebre más alta equivale a una infección o una enfermedad más grave. Hay enfermedades leves que causan fiebre alta y viceversa.
Realmente, la gravedad de una enfermedad en los niños nos la indican mejor otros síntomas diferentes a la fiebre, como la pérdida del apetito, el rechazo de los líquidos o la dificultad para respirar.
Aparte de las infecciones, una causa de la fiebre en los bebés es la inflamación de las encías por el crecimiento de los dientes, aunque no sucede en todos los casos ni la fiebre que provoca es elevada.
Cómo actuar si el bebé tiene fiebre
Ya hemos comentado antes que la fiebre es una forma que tiene el cuerpo humano de contraatacar a ciertos patógenos.
Por tanto, si ves que tu bebé tiene fiebre pero está tranquilo, no debes tratar de bajarle la temperatura inmediatamente. Deja que sus defensas actúen contra las bacterias y los virus con la mejor arma para hacerlo, que es justamente la temperatura alta.
Otra cosa es que tu bebé se muestre nervioso, llorón o, incluso, que vomite. En ese caso, sí tendrías que tomar estas medidas recomendadas por los pediatras para bajarle la fiebre a los niños:
- Desabrigarlo y dejarlo ligero de ropa.
- Darle agua frecuentemente para que se mantenga hidratado.
- Ponerle paños frescos y húmedos en la frente, las muñecas y las pantorrillas.
- Quedarte cerca para que note tu amor y tu protección.
- Asegurarte de que la temperatura ambiente no excede de los 24º, poniendo el aire acondicionado si es necesario.
- Si ves que su temperatura es superior a los 39º, consulta a tu pediatra. Puede que te recomiende darle algún antitérmico
Cuándo llevar a urgencias a un niño con fiebre
Según el Decálogo de la Fiebre de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), siempre requiere consulta urgente la fiebre en un/a niño/a menor de 3 meses.
En el resto de casos, aconsejan vigilar la fiebre del/la pequeño/a y acudir al centro médico si empeora o presenta alguno de estos síntomas:
- Manchitas en la piel, de color rojo oscuro o morado, que no desaparecen al estirar la piel de alrededor.
- Decaimiento, irritabilidad o llanto excesivo y difícil de calmar.
- Rigidez de cuello o dificultad para flexionarlo.
- Convulsión o pérdida de conocimiento.
- Dificultad para respirar: marca las costillas y hunde el esternón, se oyen como silbidos cuando respira, respiración muy rápida, agitada, etc.
- Vómitos y/o diarrea persistentes o muy abundantes que causen deshidratación: lengua seca, ausencia de saliva, ojos hundidos, etc.
- No orina o la orina es escasa.
Al final, todos estos detalles sobre la fiebre del bebé se van aprendiendo con la experiencia y, aunque es inevitable asustarte las primeras veces, acabas distinguiendo cuándo hay un motivo de preocupación y cuándo se trata de algo menor que puedes solucionar en casa.
En cualquier caso, la información previa nunca viene mal. 😉
La habitación del bebé: 8 cosas prácticas que no deben faltar
Prácticamente, desde el momento en que sabes que estás esperando un bebé, empiezas a pensar en ese espacio de la casa que va a estar reservado para él.
Incluso aunque vayas a practicar colecho, sabes que lo ideal es disponer de una habitación para el bebé- a ser posible luminosa y bien ventilada-, donde guardar sus cositas (ropita, juguetes, accesorios…) y llevar a cabo parte de sus cuidados, hasta el día en que ese bebé sea un/a niño/a más autónomo/a.
¿Qué cosas no deberían faltar en la habitación del bebé?
Moisés o minicuna
Durante su etapa de recién nacido, el bebé necesita un lugar recogido para dormir, ya que ha estado nueve meses resguardado en el útero materno y, por tanto, va a seguir buscando esa “protección”.
Si has decidido no practicar colecho, hay dos opciones óptimas para esos primeros meses de transición tras el parto:
Moisés:
Es el capazo de toda la vida, donde no solo puede dormir el bebé si lo colocas sobre un soporte adecuado, sino que te viene bien para viajar y para tenerlo cerca mientras haces otras cosas, ya que es fácil de transportar gracias a sus asas. Podrás usarlo hasta los cuatro meses aproximadamente.
Minicuna:
a diferencia del moisés, su forma es más parecida a la de una cuna pero con un tamaño adaptado al recién nacido. Su vida útil – alrededor de 6 meses– es algo mayor que la del moisés y, si eliges un modelo de minicuna tijeras con ruedas, podrás desplazarla cómodamente por la casa y plegarla cuando tengas que guardarla.
En caso de que prefieras que el bebé duerma junto a ti, también existen minicunas colecho diseñadas para un colecho seguro.
Cuna
Así como el moisés y la minicuna son opciones que puedes decidir si comprar o no para tu bebé recién nacido, la cuna la vas a necesitar sí o sí hasta que el bebé tenga unos dos años.
¿Quiere decir esto que un bebé recién nacido también puede dormir en una cuna normal?
Sí, aunque mejor usando un reductor de cuna, por aquello que hemos comentado de que el bebé se sienta más recogido y seguro.
Dicho esto, puedes escoger entre dos alternativas de cuna:
Cuna convencional:
Es la cuna tradicional, que solo puede usarse como cuna, aunque los modelos actuales suelen disponer de varias alturas regulables para ir cambiándolas a medida que el bebé crece y va poniéndose de pie.
Cuna convertible:
Tiene la ventaja de que la puedes convertir en cama cuando tu hijo/a empieza necesitar una, tan solo quitando uno de los laterales y poniendo una pieza especial a modo de barandilla.
Por tanto, es un mueble que el/la peque podrá usar desde los 0 a los 4 años.
Ya sea una cuna convencional o una convertible, lo que sí es aconsejable es que el colchón de la cuna sea cómodo y transpirable.
Cambiador de bebés
Con un poco de maña y una toalla mullida, un bebé se puede cambiar en muchos sitios (una cama, el sofá…). Pero si tienes la posibilidad, pon un mueble alto en la habitación del bebé y coloca un cambiador de bebés, porque, entre otras cosas, te evitará dolores de espalda.
Si no, una alternativa práctica son los cambiadores de bebé de madera, que se pueden acoplar fácilmente a la cuna y colocar encima un cambiador acolchado.
Cómoda infantil
En medio del ajetreo que conlleva criar a un bebé, se agradece mucho tener sus cosas ordenadas y clasificadas para localizarlas con rapidez.
Una cómoda en la habitación del bebé viene genial para ordenar su ropita, sus baberos y las sabanitas de la cuna, entre otras cosas.
Elementos de almacenaje rápido
Siguiendo con el tema del orden y de encontrar rápidamente lo que necesitas, no pueden faltar las cestitas, las cajitas o las bolsas de tela para colocar y tener a mano los utensilios del día a día en el cuidado del bebé, como las cremas, la colonia, los chupetes, los pañales o el cepillo del pelo.
Eso sí, conviene que pongas estos elementos de almacenaje en un sitio visible de la habitación, por ejemplo, encima de la cómoda o en una estantería.
Butaca o silloncito confortable
Sobre todo, durante la lactancia, son muchas las horas que vas a pasar con tu bebé en brazos. Así que no dudes en dedicar un espacio de la habitación del bebé para poner una butaca o un silloncito confortable, donde puedas sentarte a dar el pecho, sacarte leche con un extractor, mecer al bebé o calmarle cuando llora.
Hay que cuidarse y procurar la mejor postura para no acabar fatal de la espalda. 🙏
Mosquitera para el verano
Esto no se suele mencionar cuando se habla de la habitación del bebé, pero consideramos que es importante que lo tengas en cuenta, especialmente si vives en una zona de campo.
Da mucha tranquilidad poder tener la habitación bien ventilada sin peligro de que entres bichos y mosquitos que puedan poner en riesgo la salud de tu peque. La mejor solución para ello es instalar una mosquitera en la ventana.
Cojín nido
Hemos dejado este elemento para el final del artículo, por sus múltiples funciones.
Después de la cuna, el cojín nido es, probablemente, lo más práctico que puedes tener en la habitación del bebé. ¿Por qué?
Solo has de fijarte en todos los usos que le puedes dar:
- Reductor de cuna durante los primeros meses (si no dispones de una mini cuna).
- Cojín protector: mientras tú descansas, tu bebé puede estar a tu lado en el sofá preservando su propio espacio y sin peligro de caerse.
- Cojín de lactancia XXL: separando la base del borde, lo puedes usar para amamantar a tu hijo/a con mayor comodidad y ergonomía. Evitarás así que tus brazos y tu espalda se sobrecarguen.
- Moisés portátil: al ser tan ligero, puedes transportar fácilmente el cojín nido allá donde te muevas para tener a tu bebé cerca, tanto dentro como fuera de casa.
- Cunita de viaje alternativa (durante las primeras semanas desde el nacimiento del bebé).
Estas ocho cosas prácticas en la habitación del bebé te harán más fácil la crianza. Y si tienen un bonito diseño, pues mejor que mejor. 😍
Otro tema son los elementos puramente decorativos, pero eso ya depende de tus gustos.
Nuestro consejo, en este sentido, es que seas minimalista, ya que mientras más recargada esté la habitación del bebé, más ácaros se acumularán y más tiempo deberás dedicarle a la limpieza.
Canciones para tu bebé: ¿cuáles elegir según el momento?
Los beneficios de las canciones en los niños están más que demostrados.
La música produce cambios fisiológicos positivos en su cuerpo, estimula su inteligencia emocional y su memoria, potencia su sensibilidad, despierta su creatividad y favorece su desarrollo afectivo, cognitivo, sensorial, motor y social.
Por tanto, es muy recomendable que le pongas música a tu bebé incluso antes de nacer, ya que, desde el quinto mes de embarazo, el bebé puede escuchar tanto la voz de la madre como la de aquellos que la rodean, además de los sonidos que haya en el ambiente.
Y aún mejor será si le cantas tú las canciones, porque tu voz favorecerá la relación afectiva con tu peque, reforzará el vínculo entre ambos y le hará sentirse más seguro/a.
¿Qué canciones puedes cantarle o ponerle a tu bebé?
No tienen por qué ser canciones infantiles, pero, en general, se recomiendan canciones de corta duración, con letras sencillas, referencias a cosas básicas y melodías pegadizas.
Puedes escoger un tipo de canción diferente dependiendo del efecto que quieras conseguir: relajarle, despertarle, incitarle al juego…
A continuación, te damos algunas ideas de canciones para tu bebé.
Canciones para relajar a tu bebé
Estos temas son, en general, unos clásicos que reconocerás enseguida. Ayudan a los bebés a relajarse para dormir en su colchón o a calmarse si lloran.
No obstante, el primero es una versión distinta a la más conocida y que preferimos, porque sustituye la frase amenazante “que viene el Coco y te comerá”, por otra mucho más positiva.
Duérmete niño
Estrellita ¿dónde estás?
Canciones para que tu peque tenga un feliz despertar
Hay niños que tienen mejor despertar que otros, pero siempre agradecen que les canten para saludar el nuevo día.
Buenos días
Es hora de despertar
Canciones para los ratos de juego
Las canciones para jugar con nuestros pequeños funcionan mejor si se acompañan las letras con gestos, siguiendo lo que dice la letra.
El juego de las flores
El patio de mi casa
Juan pequeño baila
Soy una taza
Canciones para favorecer el aprendizaje
Hemos elegido tres canciones para que tu peque empiece a aprender ciertos conceptos básicos, como los animales más comunes, las vocales y los números.
En la granja de mi tío
Ronda de las vocales
¿Te han gustado estas canciones para tu bebé? Si tienes alguna sugerencia, puedes dejárnosla en un comentario y así iremos ampliando el repertorio. 😉
Mesa de luz para niños: un juguete muy útil en la educación de tus hijos
Si hay algo que preocupa actualmente a bastantes padres y educadores es la dificultad que están teniendo muchos niños para concentrarse, lo cual supone un obstáculo importante a la hora de aprender incluso las cosas más básicas, como leer o escribir.
En este contexto, la mesa de luz para niños se ha convertido en un recurso educativo y lúdico muy demandado, por su capacidad de captar la atención de los pequeños y despertar su curiosidad e imaginación.
De hecho, aunque la mesa de luz es un juguete apto para cualquier niño/a, hay expertos que lo están recomendando especialmente para los niños diagnosticados con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), los cuales representan más de un 10% de la población infantil (casi el doble que hace 20 años).
Qué es la mesa de luz para niños
La mesa de luz está formada por una superficie luminosa de tamaño variable (según el modelo), que no solo atrae la atención de los niños en un espacio de juego y aprendizaje, sino que también les incita a experimentar y favorece su capacidad de concentración.
A través de diversos materiales indicados para la mesa de luz, los niños experimentan con los colores y las formas, desarrollan el juego libre y dan rienda suelta a su imaginación y creatividad.
Además, existen toda una serie de actividades con la mesa de luz que los niños pueden hacer para ir descubriendo el mundo de las letras y de los números de forma lúdica.
La mesa de luz y el enfoque Reggio Emilia
La mesa de luz para niños como recurso educativo responde al enfoque Reggio Emilia, una pedagogía innovadora creada en Italia por el maestro Loris Malaguzzi después de la II Guerra Mundial.
Loris Malaguzzi, creador de la pedagogía Reggio Emilia La pedagogía Reggio Emilia, de gran reconocimiento internacional, ve al niño como protagonista y primer maestro, al atribuirle la capacidad de crear su propio aprendizaje desde la curiosidad, la motivación y la imaginación.
“Los niños tienen 100 maneras de expresarse, pero les robamos 99”
Loris Malaguzzi
¿Qué papel desempeñaría entonces el adulto en la pedagogía Reggio Emilia? Sería un segundo maestro o, mejor aún, un co-aprendiz, que acompaña, guía y descubre conceptos con el niño. Además, según Loris Malaguzzi, los adultos han de brindar a los niños un entorno apropiado para que desarrollen todas sus potencialidades.
Así pues, el espacio y el ambiente actuarían como un “tercer maestro”, que invita a crear y a descubrir a través de “provocaciones”. En este sentido, la mesa de luz, colocada dentro de una habitación o en un cuarto de juegos, sería una de esas provocaciones, gracias a su luminosidad. La luz atrae de forma natural a los niños y transforma los materiales que se posan sobre ella, por lo que la atención se mantiene durante más tiempo.
¿Hay alguna diferencia entre “mesa de luz” y “mesa de luz Montessori?
Realmente no. Por las similitudes existentes entre el enfoque Reggio Emilia y la pedagogía Montessori, a la mesa de luz para niños también se le suele llamar “mesa de luz Montessori”. Así que puede que en algunos sitios la veas con ese nombre, aunque se trate del mismo dispositivo.
Cuáles son los beneficios de la mesa de luz para los niños
Diversos estudios sobre la mesa de luz como recurso pedagógico atribuyen a este juguete importantes beneficios. Estos son los más destacados:
- Estimula la atención: la superficie luminosa de la mesa focaliza la atención de los niños, los cuales sienten una atracción natural por la luz. Gracias a esto, los pequeños pueden mantener durante más tiempo la concentración en estímulos que se van sucediendo en la mesa a través de los juegos y actividades didácticas con diferentes materiales. Este es un aspecto especialmente beneficioso para los niños con problemas de déficit de atención o hiperactividad, ya que pueden adquirir habilidades que les ayuden a desenvolverse mejor en el día a día.
- Favorece la integración de los estímulos sensoriales: observando e interactuando con los materiales sobre la mesa de luz, los niños experimentan con varios sentidos, debido a que manipulan objetos con diversas formas, colores y texturas (acetatos con marco de madera o metal, blandiblú, piezas de construcción translúcidas, etc). Estas características de los objetos quedan exaltadas con el brillo de la luz.
- Relaja: el tipo de luz que proyecta la mesa genera una atmósfera agradable, que llama la atención, pero que también consigue un efecto relajante en los niños. Este efecto se acentúa cuando ellos se sumergen en la experimentación y en el juego, que les hace disfrutar y fluir.
- Mejora la concentración: una vez que los niños empiezan a experimentar y a manipular lo que tienen encima de la mesa, el efecto focalizador de la luz y la exaltación de los detalles que esta provoca sobre los materiales translúcidos, logran mejorar considerablemente la concentración de los pequeños. De nuevo, se trata de un beneficio particularmente interesante para casos de TDAH.
- Aumenta la curiosidad: los niños encuentran ante sí todo un mundo de formas, colores, texturas y brillos, que pueden ir cambiando y generando diferentes efectos. Esto despierta enormemente su curiosidad.
- Fomenta la imaginación y la creatividad: a través de la exploración de la luz y de la manipulación de los objetos, los niños van descubriendo conceptos y creando nuevas ideas; se hacen preguntas y buscan las respuestas.
- Refuerza el aprendizaje: la mesa de luz ofrece múltiples posibilidades para desarrollar actividades manipulativas de lectoescritura, matemáticas, ciencias o artes plásticas. El enfoque lúdico, enriquecido por el juego visual y cromático que genera la luz, refuerza el aprendizaje de todas las materias. En este sentido, es un recurso educativo potente para niños que tienen problemas de comprensión o retraso en el lenguaje.
- Ayuda a la motricidad: al manipular constantemente los materiales, los pequeños desarrollan tanto las habilidades con las manos como la coordinación viso manual.
Materiales para la mesa de luz: elige los adecuados
Como ya habrás deducido de todo lo que hemos explicado en los enunciados anteriores, los materiales para la mesa de luz infantil han de reunir una serie de requisitos para ser utilizados como recurso lúdico-educativo:
- Variedad de formas
- Variedad cromática
- Diversidad de texturas
- Translúcidos (total o parcialmente)
A partir de estas características, existe toda una gama de materiales para las mesas de luz, que permiten generar juegos y actividades dirigidas a la creación artística, la lectura, la escritura, las matemáticas o las ciencias.
Aunque algunos de estos materiales los puedes hacer en casa, en el mercado los encontrarás ya diseñados por expertos y fabricados con todas las garantías de durabilidad y seguridad.
No obstante, con el fin de facilitarte la tarea de elegir los materiales más adecuados para tu hijo/a según su edad, hemos hecho la siguiente selección:
Materiales para niños de +1 año
Ollas sensoriales translúcidas: tienen 6 colores diferentes, llevan tapa y son apilables. Manipulándolas y combinándolas, tus hijos aprenden a emparejar y mezclar colores, además de desarrollar la lógica y la coordinación.
Bloques de construcción de silicona: se pueden encajar para crear construcciones o incluso para trabajar algunos ejercicios matemáticos.
Semiesferas: el efecto de la luz sobre ellas llama mucho la atención e invita a reflexionar. Se pueden usar individualmente o combinadas para formar esferas enteras y con distintos colores.
Materiales para niños de +18 meses
Jarras de colores translúcidas: es un material que ofrece a los niños mucho juego para experimentar con elementos de distintas texturas (agua, arena, etc). Mientras las rellenan, van observando el volumen desde fuera, junto con el efecto cromático de las propias jarras y el brillo que proyecta sobre ellas la mesa de luz. Abarcan así diversas áreas de aprendizaje, como los colores, las mediciones, matemáticas o la comprensión del mundo.
Bloques sensoriales de madera: tienen distintas formas y una ventanita interior con diferentes tipos de relleno: arena, perlas de colores, líquido o una capa sólida de color. Además de hacer construcciones, los niños reciben estímulos sensoriales al agitar los bloques y observar la reacción de cada tipo de relleno.
Materiales para niños de +3 años
Losetas translúcidas: como la mayoría de los materiales para la mesa de luz infantil, las losetas translúcidas son de diferentes colores, para conseguir esa integración sensorial que hemos explicado al hablar de los beneficios de la mesa de luz. En este caso, las losetas vienen en botes de 2 tamaños y 6 colores. Se pueden utilizar para componer distintas formas con ellos o también como marcadores (por ejemplo, de un número o de una letra), así como para actividades de contar, clasificar y reconocer colores.
Letras y números translúcidos: son un magnífico recurso para que los niños empiecen a familiarizarse con las letras y los números, además de iniciarse en la lectoescritura y las matemáticas adaptadas a su edad (por ejemplo, contar de 0 a 10). Con las letras, pueden jugar a ordenarlas formando el abecedario o palabras sencillas. Al ser de diferentes colores, también practican la asociación cromática, con el estímulo añadido que esto supone.
Letras y números de silicona para trazar: ofrecen una experiencia más táctil, ya que disponen de un trazo en relieve que los pequeños pueden ir siguiendo con el dedo desde el principio hasta el final de la forma. Como en el caso anterior, es un buen recurso para empezar a explorar la lectura, la escritura y, si se trata de números, también las primeras cuentas.
Números de silicona con puntos: cada número contiene la cantidad de puntos correspondientes a su valor (por ejemplo, el cuatro, lleva cuatro puntos). Así, los niños cuentan de manera sensorial y van identificando la cantidad de puntos con la forma del número.
Figuras geométricas translúcidas: son piezas grandes en 2D, hechas en acrílico y de diferentes colores y formas. Aparte de crear mezclas cromáticas superponiendo las figuras, los niños se acercan a los principios de la geometría impulsados por su propia curiosidad.
Geos de colores translúcidos: este material añade la percepción del 3D a las formas geométricas. Son los propios niños los que pueden montar cada figura de 3D a partir de una plantilla, lo cual les sirve para comparar capacidades.
Bloques translúcidos para construir: los juegos de construcción son de los que más fomentan la creatividad en los niños. Pero, además, la diversidad cromática y el brillo que aportan los bloques translúcidos para las mesas de luz, son estímulos añadidos a la imaginación de los pequeños.
Tubos sensoriales: contienen dentro líquidos de distinta densidad. Al darse la vuelta, generan formas, movimientos y transiciones, que despiertan la curiosidad de los niños, los cuales reaccionarán con una observación atenta y una interpretación personal de lo que están viendo. Hay muchas variantes de tubos sensoriales, en los que varían los efectos, como los tubos sensoriales con brillo o los tubos sensoriales con espirales. Todos ellos constituyen un buen material para que tus hijos se introduzcan en la comprensión de los principios científicos, además de fomentar el lenguaje descriptivo.
Materiales para niños de +5 años
Continentes del mundo translúcidos: son piezas desmontables de plástico translúcido con la forma de los continentes del mundo. Con este material, tus hijos comenzarán a introducirse de forma entretenida en la geografía mundial, no solo identificando cada continente y colocándolo donde corresponde, sino escribiendo los nombres encima con un rotulador de borrado en seco.
Materiales para niños de +6 años
Tablero del 100 translúcido: es una lámina translúcida dividida en 100 cuadrados, cada uno de los cuales contiene una cifra del 1 al 100, en orden ascendente. Combina muy bien con los discos translúcidos, que pueden servir para enmarcar cifras concretas. Son muchas las posibilidades de este material para jugar con conceptos matemáticos: desde contar del 1 al 100 o contar de dos en dos a distinguir entre pares e impares, etc.
Después de todo lo que te hemos explicado sobre la mesa de luz para niños, ¿no crees que es un buen recurso de juego y aprendizaje al que tus hijos le van a sacar mucho partido? No olvidemos que los niños pueden usar la mesa de luz desde los 12 meses hasta los 11 años de edad.
Por no hablar de lo que este juguete les ayuda a desarrollar aptitudes personales muy valiosas, que quizás empiezan a escasear hoy en día, como la curiosidad o la paciencia. ?
Método Montessori para bebés
Hoy queremos acercarte al método Montessori, del que seguramente habrás oído hablar.
Al igual que la pedagogía del Movimiento Libre, desarrollada por Emmi Pikler y de la que te hablamos en un artículo anterior, los revolucionarios postulados de María Montessori también ponen el foco en estimular la curiosidad natural de los niños y potenciar las capacidades propias de cada uno.
Ambas pedagogas rompieron en su momento con los esquemas tradicionales de la educación, pero, tal vez, el método Montessori ha ido calando algo más en el sistema educativo y ha sido avalado por la Neurociencia.
De hecho, hoy ya existe una amplia red de escuelas especializadas en la metodología Montessori, aunque también se ha ido introduciendo su filosofía educativa en las escuelas públicas y en muchos hogares.
¿Quieres saber en qué consiste el método Montessori y cómo podrías aplicarlo con tu bebé en casa?
Qué es el método Montessori
Se trata de un modelo educativo que desarrolló, a finales del siglo XIX y principios del XX, la neuróloga y educadora italiana María Tecla Artemisia Montessori (1870-1952), más conocida como María Montessori, una mujer adelantada a su época.
Frente a la educación tradicional, basada en la memorización de conocimientos programados y en un sistema de recompensas y castigos dirigido por un adulto, el método Montessori se centra en la estimulación sensorial para potenciar la predisposición natural de los niños a aprender más.
“La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejándola libre para que se desarrolle”
María Montessori
Es decir, que si en la educación tradicional es el adulto/profesor quien dirige el aprendizaje del niño, en la escuela Montessori, el niño es el verdadero protagonista del proceso educativo y quien autodirige su aprendizaje mientras el adulto/profesor solo le guía.
El fin del método Montessori es ayudar a los niños a ser unos seres más humanos, equilibrados y autónomos.
Los 6 grandes principios del método Montessori
La pedagogía que desarrolló María Montessori se puede resumir en estos seis grandes principios:
1. Respeto a la naturaleza del niño
El método Montessori hace hincapié en favorecer el desarrollo natural de las aptitudes de los niños, dejando que tomen sus propias decisiones.
Al decidir por sí mismos, los niños desarrollan habilidades que contribuyen a mejorar su autoestima, su seguridad y sus sensación de autonomía.
2. Mente absorbente
Desde el nacimiento y hasta los 6 años, la mente de los niños es como una esponja y absorbe de forma inconsciente todo lo que ocurre a su alrededor. Así, las experiencias que viven van construyendo su propia identidad.
Por eso, es muy importante generar un ambiente adecuado, donde puedan vivir experiencias estimulantes y enriquecedoras.
3. Periodos sensibles
El método Montessori distingue las diferentes etapas en las que los niños se vuelven especialmente receptivos a determinadas habilidades o destrezas.
Estas etapas son denominadas como “periodos sensibles” y en ellos se han de potenciar las habilidades correspondientes a través de una serie de juegos y actividades.
4. Ambiente adecuadamente preparado
Se trataría de adaptar el entorno del/la niño/a a sus necesidades en función de su edad, pero siempre con el fin de fomentar su automotivación y su autoaprendizaje.
En este sentido, conviene que el espacio de aprendizaje esté limpio y ordenado, para favorecer el movimiento, la seguridad y la realización de actividades.
También se recomienda decorar el ambiente con elementos naturales.
5. Uso de materiales específicos
Para facilitar a los adultos la aplicación de su método y favorecer el autoaprendizaje en los niños, Maria Montessori y sus colaboradores crearon unos nuevos materiales.
Son materiales específicos, generalmente hechos de madera y con diversas formas, colores y texturas, enfocados a potenciar los cinco sentidos.
Los materiales Montessori van desde cilindros de sonidos o cubos de colores hasta letras de lija.
Lo importante es que haya una variedad de materiales disponibles en el espacio educativo para que los niños elijan los que les mejor les convengan para su actividad.
En este sentido, es importante que vayas observando a tu peque para comprobar qué funciona y que no. Quizás así también se te ocurran nuevas ideas para ayudarle.
6. El adulto como guía
Como ya hemos mencionado anteriormente, en el método Montessori, el adulto no dirige el aprendizaje del/la niño/a ni indica en cada momento lo que los niños tienen que hacer.
El rol del adulto en la enseñanza Montessori es el de guía o acompañante. Es decir, el adulto observa y detecta los momentos sensibles en los que el/la niño/a puede aprovechar su máximo potencial para adquirir nuevas habilidades, acompañándolo y ayudándole a confiar en sí mismo/a. Pero no impone nada, sino que respeta las iniciativas del infante.
¿Cómo aplicar el método Montessori en casa con tu bebé?
En función de los principios que acabamos de explicar, puedes empezar a poner en práctica el método Montessori en casa antes de que tu hijo/a vaya a la escuela.
Un espacio propio en casa
Por un lado, puedes intentar que tu bebé tenga un espacio en casa despejado de peligros y ordenado para que se mueva por él libremente y de forma segura, aunque siempre bajo tu supervisión.
Ese espacio puede ser su dormitorio, que, aunque no lo use de momento, por estar durmiendo en tu habitación o haciendo colecho, sí lo puede ir identificando como “su espacio” y el lugar donde va siendo consciente de su autonomía.
En este sentido, puede ser muy útil contar con una cuna de colecho convertible en cama, que se puede usar desde el nacimiento hasta los 4-5 años.
De esta forma, el día que empiece a dormir solo, a tu hijo/a no le resultará extraño ese elemento dentro de su dormitorio, ya que lo reconocerá como el sitio donde habitualmente duerme.
Materiales caseros para el juego y la exploración
Otro consejo para aplicar el método Montessori en casa es dotar a ese espacio, destinado a la exploración y al juego, de diferentes objetos y materiales adecuados para la edad de tu bebé.
Los materiales puedes comprarlos o hacerlos a mano, y no tiene por qué ser algo complicado. Puedes probar con distintas formas geométricas de madera o cartón, retales textiles de diferentes colores y texturas (fieltro, terciopelo, seda…) pegados en un panel de corcho, cajas de zapatos decoradas para llamar su atención, pelotas de goma, etc.
El caso es que tu bebé vaya experimentando y viendo las posibilidades que le da la manipulación de esos objetos: abrir y cerrar, cambiar posiciones, poner y quitar, apilar y construir, contar, etc.
Respeta sus ritmos y evita castigos y/o recompensas
Ya hemos comentado que cada niño/a tiene su propio ritmo de aprendizaje, así que no trates de empujarle a avanzar en ningún sentido para que aprenda más rápido.
Tampoco debes reñirle si se porta mal o premiarle si hace algo bien, ya que su propia satisfacción interna se lo indicará. En todo caso, tómate un tiempo en explicarle las consecuencias de haber hecho algo incorrecto cuando esto suceda.
Realmente, el método Montessori está repleto de ideas interesantes que, en su momento, sonaron extravagantes y provocadoras, pero que hoy están plenamente reconocidas en la comunidad educativa.
Aquí solo te hemos hecho un resumen, pero si quieres profundizar más, siempre puedes hacerlo a través de los libros que la propia María Montessori y su equipo escribieron sobre esta metodología educativa, como Ideas generales sobre el método (1948) o El método de la pedagogía científica aplicado a la educación de la infancia (1909).
Muerte Súbita del Lactante: lo que has de saber para evitarla
Aunque, con los años, ha ido disminuyendo su incidencia, el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL) afecta a uno de cada dos mil bebés y es la primera causa de muerte infantil entre el primer mes y el año de vida en los países desarrollados.
Lejos de querer ser alarmistas con un dato tan llamativo, nuestra intención con este artículo es simplemente proporcionarte información sobre los factores de riesgo del SMSL y sobre las formas de reducirlo para que las tengas en cuenta.
Qué es el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante
El Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL) es la muerte repentina e imprevisible de un bebé, normalmente mientras duerme. Por eso, también se le llama “muerte en la cuna”.
Si, una vez hecha la autopsia al bebé, no se encuentra una explicación médica y/o forense al fallecimiento, se declara como causa el SMSL.
Como ya hemos adelantado, se trata de la primera causa de muerte infantil, pero no existen muchos datos concluyentes sobre ella, ya que los primeros estudios protocolizados empezaron a hacerse a mediados de los años 80 del siglo pasado.
A día de hoy, se sabe que hay una mayor vulnerabilidad en bebés de entre 1 y 10 meses de edad- más en niños que en niñas-, y que la incidencia aumenta en los meses de invierno.
También se ha observado un mayor número de muertes súbitas de bebés en ciertos grupos étnicos.
Qué puede causar la muerte súbita del bebé
Las causas de la muerte súbita del lactante no se han logrado determinar con certeza.
Lo que sí han concluido las diferentes investigaciones sobre el tema es que no existe un solo factor que desencadene la muerte repentina del bebé, sino que lo que la produce es probablemente una confluencia de varios factores (orgánicos, inmunológicos, etc), que influyen en la estimulación del sueño y en la capacidad del cuerpo del bebé para detectar acumulación de dióxido de carbono en la sangre.
Factores naturales
Concretamente, se habla de los siguientes factores naturales:
- Una anomalía en el cerebro: es decir, un defecto o una falta de madurez del tronco cerebral -especialmente, en niños prematuros-, el cual controla la respiración y el despertar durante el sueño. Posiblemente, los bebés que padecen estas anomalías cerebrales carecen del mecanismo de protección que les permite detectar la falta de aire o el exceso de dióxido de carbono.
- Un trastorno metabólico: por ejemplo, por la carencia de cierta enzima (acil-CoA deshidrogenasa de cadena media), es posible que no sean capaces de procesar bien los ácidos grasos, y que estos, al acumularse, originen una interrupción rápida y fatal de la respiración y de la función cardiaca.
- Un defecto en el sistema inmunológico: el sistema inmunológico de algunos bebés víctimas del SMSL genera un número de glóbulos blancos y proteínas mayor que lo normal, lo que puede repercutir en el ritmo cardiaco y en la respiración durante el sueño del bebé, o hacer que este caiga en un sueño profundo.
Factores ambientales o externos
Los factores naturales aumentan más el riesgo de muerte súbita del bebé cuando coinciden con determinados factores ambientales:
- Dormir decúbito prono (boca abajo) o decúbito lateral (de costado): en estas posiciones, los bebés tienen mayor dificultad para respirar.
- Dormir sobre una superficie blanda: un colchón blando, un colchón de agua o una manta mullida, deja el cuerpo del bebé hundido y puede bloquear sus vías respiratorias.
- Compartir la misma cama o sofá para dormir: el riesgo de muerte súbita se incrementa si el bebé duerme dentro de la misma cama o en el sofá con sus padres, sus hermanos o sus mascotas.
- Ambiente con humo de tabaco: ser fumador pasivo es un riesgo para la salud del bebé en general y, por tanto, también aumenta la probabilidad de sufrir muerte súbita.
- Calor excesivo: tener la calefacción muy alta o abrigar mucho al bebé, le predispone para el SMSL. En este sentido, puede ayudar todo lo que favorezca la transpirabilidad en la cuna, como, por ejemplo, un protector de malla transpirable.
Prevenir la muerte súbita: ¿en qué posición debe domir el bebé?
Llegados a este punto, ya habrás deducido que la posición en la que tu bebé duerme es clave a la hora de reducir el riesgo de muerte súbita.
Y así es. Tras comprobar que un alto porcentaje de lactantes víctimas del Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL) solían dormir boca abajo o de lado, en los años 90, se inició una campaña de concienciación pública impulsada por la Asociación Americana de Pediatría, en la que se recomendaba que los bebés durmieran boca arriba (decúbito supino).
El resultado fue muy significativo, ya que la tasa global del Síndrome de Muerte Súbita del Lactante se redujo un 50 por ciento.
La razón por la que, si pones a tu bebé a dormir boca arriba, se reduce el riesgo de muerte súbita es que, en esta posición, su sueño no será tan profundotendrá mayor facilidad para respirar, así como para moverse y desabrigarse si siente exceso de calor.
No obstante, siempre que puedas estar vigilante mientras tu bebé duerme -por ejemplo, a la hora de la siesta-, conviene que lo vayas cambiando de vez en cuando de la posición boca arriba (decúbito supino) a la posición boca abajo (decúbito prono). Así evitarás una posible plagiocefalia en su cabecita.
Otros consejos para evitar la muerte súbita del bebé
Además de poner a tu bebé boca arriba para dormir, hay otras medidas que ayudarán a reducir el riesgo de muerte súbita:
- No fumar ni consumir alcohol o drogas: se ha observado una relación directa entre el consumo de estas sustancias y el síndrome de muerte súbita del lactante, tanto si ese consumo se produce durante el embarazo como si es después.
- Amamantar al bebé: se estima que el riesgo de SMSL se reduce entre un 50 y un 70 por cien si el bebé es amamantado. Una de las razones a las que se apuntan es que, al comer menos cantidad pero más veces, su patrón de sueño es más superficial.
- Usar un colchón adecuado para dormir: es importante que el colchón sea firme, aunque lo ideal es que también esté fabricado con un material que evite la excesiva concentración de CO2. Es el caso de ERMA®, un material especialmente desarrollado por Babykeeper para sus colchones infantiles.
- Practicar el colecho en una cuna diseñada para tal fin: como ya explicamos en otro artículo de nuestro blog, el colecho tiene múltiples beneficios. Y aunque muchos padres lo practican metiendo al bebé en su cama, esta forma de colecho entraña ciertos riesgos, entre los cuales está el aplastamiento o la muerte súbita. Lo mejor es usar una cuna de colecho, que se acopla a la cama de los padres con un lado abierto, de forma que el bebé está junto a ellos, pero preservando su propio espacio.
- Regular la temperatura de la habitación: no es casualidad que haya una mayor incidencia del SMSL en los meses más fríos, ya que es justo cuando se enciende la calefacción y se abriga más al bebé . Una temperatura muy alta o un exceso de abrigo puede hacer que sufran un golpe de calor.
- Despejar la cuna de cojines, peluches o mantas gruesas: todos estos objetos blandos dentro de la cuna aumentan el riesgo de asfixia del bebé, porque si los mueve tirando de ellos con sus manitas, pueden acabar sobre su cabeza, tapando la entrada de aire. Tampoco son aconsejables los cojines antivuelco, que, además, resultan innecesarios en bebés que aún no son capaces de darse la vuelta por sí solos.
- No dejar al bebé durmiendo en la sillita del coche: la cabecita del lactante tiende a caer hacia delante cuando se duerme en la silla del coche o en una hamaca. Como el mentón choca con el tórax, pierde fuerza para respirar bien. En todo caso, debes procurar usar una silla que permita la posición a contramarcha si tu bebé pesa menos de 13 kilos.
Con toda esta información, esperamos no haberte generado temor, sino más bien que te hayas concienciado sobre la importancia de seguir unas pautas para reducir al máximo el riesgo de muerte súbita en tu bebé.
Ten en cuenta que, según las estadísticas, el número de casos de SMSL se reduce notablemente cuando la población está mejor informada.
Plagiocefalia: qué es y cómo prevenirla en tu bebé
Es un problema que va en aumento y que ya afecta a casi la mitad de los bebés de dos meses. Se llama plagiocefalia postural o “síndrome de cabeza plana”.
En principio, solo es un problema estético, pero, cuando el origen es postural, se puede evitar tomando algunas precauciones.
Sigue leyendo y verás todo lo que has de saber sobre la plagiocefalia.
Qué es la plagiocefalia
La plagiocefalia postural o posicional es una deformación adquirida en el cráneo del bebé por una presión constante en su cabeza durante los primeros meses de vida, cuando las placas óseas son blandas y aún no se han fusionado.
La consecuencia de esa presión continuada, sobre todo si el bebé aún no puede incorporarse o moverse por sí mismo, es que el cráneo no se desarrolla de manera uniforme y una parte de la cabeza queda aplanada.
Como puedes observar en el ejemplo de la imagen, la cabeza del bebé, en su parte trasera, se ve más abultada del lado derecho y más plana del lado izquierdo.
Cuáles son las causas de la cabeza plana
Para explicar mejor las causas de esta patología, hemos de distinguir entre los tres tipos de plagiocefalia postural que existen:
- Plagiocefalia prenatal: se produce durante el embarazo, cuando el espacio intrauterino es más reducido de lo normal y el cráneo del feto se va deformando tras haber pasado varias semanas con poca movilidad.
- Plagiocefalia perinatal: está originada por el uso de fórceps o ventosas sobre el bebé durante el parto.
- Plagiocefalia posnatal: tiene una relación directa con la postura del bebé, sobre todo cuando duerme. Durante mucho tiempo, se solía colocar a los bebés boca abajo para dormir, pero la alta incidencia del Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL), llevó a recomendar que los bebés durmieran boca arriba. Y, efectivamente, esta postura redujo las muertes súbitas del lactante en más de un 40%, pero también empezó a detectarse un aumento de casos de plagiocefalia postural por permanecer el bebé en esa posición supina durante tantas horas seguidas.
Cómo puedes prevenir la plagiocefalia
Si tu bebé ha nacido sin deformidades en el cráneo, prevenir la plagiocefalia postural durante su desarrollo es cuestión de tomar ciertas precauciones.
Cuando el bebé está despierto y hasta que sea capaz de incorporarse o darse la vuelta pos sí mismo, sigue estas recomendaciones:
- Varía su postura cada cierto tiempo: un rato boca abajo y otro rato boca arriba.
- Cámbiale de lado durante la lactancia.
- Procura que juegue boca abajo: si ves a tu bebé en actitud de jugar, mejor que lo haga boca abajo, siempre y cuando puedas estar vigilándole. Jugar boca abajo evitará la presión prolongada sobre su cabecita y, además, fortalecerá su cuello.
- Alterna el uso del carrito con otras formas de transporte de tu bebé, como el porteo o los brazos de mamá y papá.
¿Y a la hora de dormir? ¿Tienes que estar cambiando de postura a tu bebé para evitar el síndrome de cabeza plana?
La verdad es que hacer eso durante la noche sería complicado y, sobre todo, ¡agotador!
Afortunadamente, ya hay avances que nos proporcionan otras soluciones para prevenir la plagiocefalia en los bebés mientras duermen.
En concreto, el sistema Nesting que incorporan los colchones de BabyKeeper, además de reducir el riesgo de muerte súbita y de proteger al bebé de infecciones e irritaciones, eliminan el exceso de presión sobre la cabecita de los recién nacidos. Por ello, es recomendable usar este sistema para prevenir la plagiocefalia hasta que el bebé pueda darse la vuelta de forma autónoma, entre los 4 y los 6 meses de edad.
¿Cómo funciona el sistema Nesting Babykeeper para prevenir la plagiocefalia?
Nesting Babykeeper es un sistema patentado sencillo pero muy efectivo. De hecho, es único en el mercado actualmente.
El colchón dispone de una pieza circular que se puede extraer. En su lugar, queda una cavidad libre de presiones que evitará deformar la cabecita del bebé mientras duerme.
Lo único que hay que procurar es que, al acostar al bebé para acunarlo y dormir, lo coloques boca arriba y su cabeza coincida con esa cavidad. Es fácil, porque se aprecia una marca circular en el tejido de la funda.
La cabeza de tu bebé apoyada en esa cavidad ayudará a prevenir la plagiocefalia durante los primeros 4 ó 6 meses de vida, en los que el/la peque no puede darse la vuelta por sí mismo/a, aunque gire la cabecita a un lado.
Transcurrido ese tiempo, si compruebas que tu bebé ya se da la vuelta solo/a, puedes volver a colocar la pieza circular en su sitio.
¿Hay tratamiento para la plagiocefalia si ya se ha producido?
La plagiocefalia postural se puede tratar, aunque el tratamiento será distinto en una plagiocefalia leve o en una severa.
En cualquier caso, lo primero es que el pediatra te confirme el diagnóstico después de examinar al bebé.
Cómo tratar la plagiocefalia leve
Para corregir la plagiocefalia leve, lo que se aconseja es ir cambiando las posiciones del bebé, con el fin de dejar libre de apoyo la parte de la cabecita que esté aplanada.
Por ejemplo, si tu bebé tiene plana la parte izquierda de la cabeza, has de intentar que apoye más tiempo el lado derecho que el izquierdo.
Un truco para conseguir esto si está despierto, sería poner algo que llame su atención (un juguete, un carrillón…) frente al lado donde quieres que apoye la cabeza.
Por otra parte, las recomendaciones que te hemos dado antes para prevenir la plagiocefalia, también son válidas para tratar los casos leves.
Asimismo, observa si tu bebé tiene inclinada la cabeza hacia un lado concreto, ya que podría padecer una tortícolis o alguna alteración muscular, y esto explicaría la plagiocefalia. De hecho, alrededor del 20 % de los bebés con cabeza plana, tiene tortícolis.
Por tanto, no podría corregirse la cabeza plana sin tratar antes la afección muscular del cuello.
Tratamiento de la plagiocefalia severa: el casco corrector
En el caso de una plagiocefalia severa, esta podría afectar al desarrollo psicomotor del lactante.
Así pues, lo más probable es que el especialista prescriba el uso de un casco corrector, también conocido como “ortesis craneal”. Su función es que la cabeza vaya recuperando su simetría.
Lo que hace este tipo de casco es aplicar algo de presión sobre la parte abultada de la cabeza y dejar libre de apoyo la parte que está aplanada, de manera que el cráneo se desarrolle hacia ese lado.
Las zonas de presión del casco se van modificando en las correspondientes revisiones médicas.
Como conclusión, podríamos decir que es importante que observes el desarrollo de la cabecita de tu bebé para detectar a tiempo una posible plagiocefalia. Y que tanto los cambios posturales como el uso de un colchón de cuna adecuado ayudarán a prevenirla y a tratarla en caso de que se produzca.