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Categoría: Salud
Cuándo se sienta un bebé y cómo le puedes ayudar a lograrlo
Aunque, en principio, pueda parecer un tema baladí, la cuestión de cuándo se sienta un bebé se la plantean muchos padres, ya que representa un punto de inflexión en su desarrollo.
Teniendo en cuenta que sentarse no es un movimiento involuntario ni espontáneo del cuerpo humano, el momento en que un bebé empieza a hacerlo solo es un gran logro, puesto que comienza a ejercer control sobre su equilibrio y, a partir de ahí, no tardará en gatear, ponerse de pie y dar sus primeros pasos.
Con cuántos meses se sientan los bebés
La mayoría de los niños empiezan a sentarse solos entre los seis y los nueve meses, cuando descubren que esta posición les da seguridad para hacer cosas como jugar.
Realmente, para un bebé de menos de un año, sentarse por sí solo representa una verdadera prueba de equilibrio, considerando el tamaño y el peso de su cabeza, que ocupa aproximadamente, el veinticinco por ciento de su cuerpo.
La evolución hasta que un bebé se sienta sin apoyo
Antes de conseguir sentarse sin apoyo, un bebé pasa por un aprendizaje paralelo a su desarrollo.
Mini flexión a los 4 meses
Un momento esencial que sienta las bases para alcanzar la posición sedente es cuando, a los cuatro meses, el bebé intenta salir de la posición decúbito prono (boca abajo) y hace una mini flexión. Así, entrena la musculatura de la espalda y la nuca, de manera que esté suficientemente reforzada para cuando se siente.
Sentarse sin equilibrio a los 6 meses
Más tarde, a partir de los seis meses, el bebé podrá sentarse sin ayuda brevemente, tras lo cual se tambaleará y caerá hacia un lado. Para evitar caídas dolorosas con los primeros intentos, es recomendable que se encuentre sobre una superficie firme pero blanda y que tú te quedes a su lado o que lo rodees de cojines para amortiguar la caída.
Un error que suelen cometer los padres es sentar al niño una y otra vez para que aprenda a estar en esa posición. Pero los pediatras y ortopedas aconsejan esperar a que el bebé se siente por sí mismo para favorecer un desarrollo saludable de la espalda, lo cual, a su vez, es muy importante para que el niño logre sentarse, gatear y andar.
De hecho, muchos bebés empiezan a gatear en cuanto ya se pueden sentar solos. Lo hacen dejándose caer hacia delante con las manos y colocando las rodillas en el suelo. Primero, se mueven hacia delante lentamente para guardar el equilibrio y la coordinación, y, después, lo hacen cada vez más rápido. Sin embargo, a algunos niños les cuesta mucho llegar a sentarse desde la posición vertical.
Comer y sentarse: ¿están relacionados?
El momento en que un bebé puede comer su primer alimento sólido es una etapa más de su desarrollo, pero no está relacionada con el logro de sentarse.
Lo que sí ocurre es que cuando se sienta un bebé sin apoyo, los padres pueden aprovechar la ocasión para empezar a darle alimentos sólidos y que coma junto a ellos.
Es justo lo que recomiendan las comadronas y los pediatras esperar hasta que el bebé se pueda sentar por sí solo en una trona para cambiar de los potitos y las papillas a la comida sólida.
Cómo puedes ayudar a tu bebé a que aprenda a sentarse
Como ya hemos explicado anteriormente, para los bebés, sentarse es una de las acciones más complejas que pueden hacer con su cuerpo, aún pequeño y frágil.
Por tanto, una de las claves a la hora de ayudar a tu peque a que aprenda a sentarse de forma autónoma, es procurar que fortalezca la musculatura de su cuello, su torso y sus caderas.
Para ello, puedes usar varios recursos:
- Acuéstalo sin almohada.
- Llévalo en el portabebés con la espalda en la posición correcta, es decir, permitiendo la curvatura natural de la espalda y apoyando bien la cabeza durante los primeros seis meses. El portabebés favorece desde el nacimiento el desarrollo saludable de la espalda y la postura de la ranita, que es importante para el crecimiento de las caderas. La postura correcta también es esencial para las acciones posteriores de sentarse, gatear y caminar.
- Ponlo boca abajo y motívale con juegos para que levante ligeramente la cabeza y, así, refuerce la musculatura. Con un sonajero bonito también puedes intentar hacer que el niño se mueva hacia una posición sentada determinada.
¿Y si con nueve meses aún no se sienta solo?
Si tu bebé no forma parte del noventa por ciento de los niños que ya con ocho meses se sientan con seguridad para jugar y comer, no debes alarmarte.
Cada bebé tiene su propio ritmo de desarrollo y quizás el tuyo necesite más tiempo o esté aprovechando esa etapa para aprender otras cosas.
En todo caso, si ves que con nueve meses aún no ha logrado sentarse sin apoyo, puedes mencionárselo al pediatra en la próxima visita. Quizás te aconseje ayudarle a desarrollar los movimientos con métodos fisioterapéuticos especiales o gimnasia terapéutica.
Por tanto, más allá de cuándo se sienta un bebé, es importante ir observándolo, intentar que fortalezca su musculatura, estimular sus movimientos autónomos y consultar al especialista en caso de no ver avances después del medio año.
El color de los ojos del bebé
Por muy definidas que sean las imágenes de las ecografías actuales, el color de los ojos del bebé es algo que no se puede ver hasta que nace. E incluso ese color de iris que presenta el recién nacido cuando abre los ojos por primera vez, es muy posible que cambie en poco tiempo.
¿Qué probabilidad hay de que sus ojos sean azules, verdes o marrones?¿Cuándo se acaba de definir el color de ojos del bebé?
El factor genético en el color de ojos del bebé
Si recuerdas aquellos experimentos con guisantes que nos explicaban en el colegio cuando hablaban de las famosas “leyes de Mendel”, existen genes “dominantes” que se imponen sobre los genes “recesivos” a la hora de transmitir determinados rasgos de padres a hijos.
Aplicado al color de ojos, es decir, al color del iris que rodea la pupila, los genes dominantes son los oscuros, mientras que los recesivos son los claros.
Por tanto, si uno de los padres tiene los ojos marrones, es muy probable que el bebé tenga también ojos marrones. De hecho, es este color de ojos el más abundante entre los seres humanos, seguido del azul y el gris.
Probabilidad de que el futuro bebé tenga un color de ojos concreto, según el color de ojos de sus padres. Pero esta regla de los genes dominantes es solo es orientativa, ya que puede suceder, por ejemplo, que una muy determinada combinación de los cromosomas en la ascendencia del bebé dé lugar a que se impongan rasgos recesivos, es decir, los más débiles. Con frecuencia los abuelos transmiten su color de ojos a sus nietos, así que son muchas las opciones.
A veces, en modelos genéticos muy simplificados, se asigna una probabilidad de 0% para ojos verdes si ambos progenitores tienen ojos marrones. Sin embargo, la genética del color de ojos es más compleja y depende de varios genes. Esto implica que unos padres con ojos marrones pueden portar alelos recesivos que, en casos poco frecuentes, den lugar a ojos claros (verdes o azules). Es decir, el 0% nunca es absoluto.
El caso es que la ciencia todavía no ha conseguido explicar claramente cuáles son los factores genéticos responsables del color de los ojos del bebé. Además, se pueden producir mezclas de los distintos colores de ojos, por lo que es muy normal que haya sorpresas.
El color de ojos de los recién nacidos
El color de ojos de los recién nacidos tiene que ver con la melanina, el pigmento oscuro generado por unas células llamadas melanocitos y que produce la coloración de la piel, el pelo y los ojos.
En el caso de los recién nacidos con la piel clara, los ojos suelen ser azules porque los melanocitos son todavía inmaduros y no realizan bien su función.
De las dos capas que componen el iris humano, la inferior está enriquecida con pigmentos de melanina. Si entra luz en el ojo, los pigmentos la absorben y lo protegen así de un exceso de luz. Como en los recién nacidos todavía falta la capa de pigmentos, no se puede producir la absorción, por lo que la luz vuelve a salir del iris y parece azul. Este también es el motivo por el que los recién nacidos son extremadamente sensibles a la luz.
Cuándo se define el color de ojos del bebé
Según pasa el tiempo, el ojo va desarrollando los pigmentos y, por eso el color de ojos del bebé se va transformando a lo largo del primer año de vida.
Conforme pasa el tiempo, si los melanocitos segregan poca melanina, el bebé tendrá ojos azules. Si segrega algo más, sus ojos serán verdes, y si se produce una pigmentación densa, los ojos se verán ámbar, marrones, avellana o negros. Es decir, cuanta más pigmentación produzcan los melanocitos, más oscuro será el color de color de ojos del bebé cuando crezca.
Aunque rara vez ocurre, también hay niños que acumulan más pigmento en un ojo que en otro, de forma que llegan a tener cada ojo de un color distinto (normalmente azul y verde).
Cuando el bebé tiene 6 meses, ya se puede intuir el color de ojos que va a mantener. Pero es a partir de los 18 meses cuando los padres pueden dar por seguro que el color de ojos de su hijo/a ya se ha formado definitivamente.
Sin embargo, no debes confiarte del todo, porque se han dado casos de niños a los que les vuelve a cambiar el color de ojos durante la pubertad.
La influencia del sol en el color de los ojos
Los investigadores coinciden en que, en la historia de la evolución, el color de ojos de los seres humanos está estrechamente relacionado con la radiación solar.
Por eso, la mayoría de las personas del Polo Norte tienen ojos azules o gris pizarra, porque allí el sol brilla menos que en el resto del planeta.
Esta vinculación entre melanina, pigmentación y radiación solar explica también por qué los bebés de piel morena suelen nacer en lugares del planeta más soleados y por qué la mayoría de ellos tienen los ojos oscuros desde el principio. Durante el embarazo, se genera por precaución una cantidad de melanina más elevada para proteger los ojos del bebé de la luz solar desde su primer día de vida.
No obstante, el color de los ojos de estos niños que nacen ya con pigmentación oscura también se va transformando a lo largo del primer año, y se pueden oscurecer aún más e incluso llegar a ser de color negro intenso.
Así que ya ves que no puedes predecir el color de los ojos del bebé antes del día del parto ni tampoco saber si el color de su iris de recién nacido será el que tenga el resto de su vida. Aunque, al fin y al cabo, tampoco es muy importante, ¿no?
Qué es el reflujo en bebés y cómo aliviarlo
La regurgitación o el reflujo en los bebés es algo de lo más normal, sobre todo, de los 0 a los 6 meses de edad.
De hecho, casi la mitad de los bebés regurgita de una a tres veces al día. Cuando esto ocurre, el lactante devuelve espontáneamente la leche que acaba de tomar, poniendo perdido aquello que tenga por delante (en muchas ocasiones, su mami o su papi).
El problema es si este episodio se repite más veces de lo normal a lo largo del día o cuando el bebé sigue regurgitando más allá de los 12 ó 14 meses de edad. Entonces, podríamos estar hablando de la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico o ERGE.
Pero veamos exactamente qué es el reflujo en bebés, qué lo provoca y cómo se puede aliviar.
En qué consiste el reflujo en los bebés
A diferencia de los adultos, el reflujo gastroesofágico en los bebés es generalmente un fenómeno fisiológico.
Al no estar totalmente desarrollado el músculo de su esfínter esofágico inferior, esa especie de anillo que une el esófago y el estómago, no llega a cerrar lo suficiente cuando el bebé traga y la comida pasa hacia abajo, de forma que, a veces, ese contenido vuelve hacia atrás y regresa de nuevo a la boca.
Diferencia entre reflujo y vómito
Después de explicar qué es el reflujo en los bebés, hay que aclarar que no es lo mismo reflujo que vómito, aunque el desenlace sea muy similar: la expulsión de la comida por la boca.
La principal diferencia entre el reflujo y el vómito es que, así como con el reflujo, el bebé no tiene arcadas previas y, como mucho, arquea la espalda por sentirse un poco molesto, el vómito sí va acompañado de dolor, sudoración, palidez y mala cara. Esto se debe a que lo que se está produciendo al vomitar es una contracción fuerte de las paredes del estómago para intentar expulsar el contenido de su interior, porque le está haciendo daño, por ejemplo, a causa de una alergia alimentaria.
Además, el reflujo ácido no siempre provoca el arrojo de una gran cantidad de leche. A veces, los bebés con reflujo prácticamente no expulsan nada.
¿Hasta qué edad suelen tener reflujo los bebés?
Como hemos comentado en la introducción, hasta los 12 meses aproximadamente, el reflujo en los bebés se considera algo normal.
A medida que el bebé va creciendo y se completa el desarrollo del esfínter esofágico inferior, el reflujo tiende a desaparecer y es raro que se produzcan nuevos episodios una vez cumplido el año y, menos aún, pasados los dos años.
Muchas veces, la situación ya empieza a mejorar hacia los 6 meses de edad, cuando empieza a introducirse la alimentación complementaria en la dieta del bebé y este pasa más tiempo en posición vertical.
Si tu bebé sigue regurgitando con más de un año o lo hace muchas veces al día, tendrías que consultarlo con el médico, porque podría tratarse de ERGE (Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico).
Afortunadamente, esta enfermedad tiene una baja incidencia entre los niños y solo la padece en torno a un 2% de la población pediátrica.
Síntomas que indican que tu bebé puede padecer ERGE
Un bebé con Enfermedad de Reflujo Gastroesofágico (ERGE), además de regurgitar, puede presentar uno o varios de los siguientes síntomas:
- Se muestra muy irritable y llora más de lo habitual.
- Vomita bastante cantidad de leche y con mucha fuerza (vómito en proyectil).
- Pierde peso o este aumenta menos de lo que debería ser a su edad.
- Le cuesta tragar.
- Respira con dificultad.
- El vómito y/o las heces contienen sangre.
- El pañal permanece seco durante 3 horas o más.
Ojo, porque presentar estos síntomas no significa necesariamente tener ERGE. Hay afecciones distintas a esta enfermedad que pueden causar síntomas muy parecidos.
Por tanto, tendrá que ser el médico el que examine al bebé y, después de una serie de pruebas, determine el diagnóstico definitivo.
Es muy probable que el pediatra sugiera algunos cambios en la alimentación para comprobar que no se trata de una alergia alimentaria.
Cómo se puede aliviar el reflujo en los bebés
Si el reflujo de tu bebé es fisiológico y no se debe a algo más grave, puedes seguir algunas pautas para aliviarlo:
- Evita alimentarle en exceso. Es mejor que le des cantidades pequeñas de comida con mayor frecuencia a que espacies más las tomas, pero dándole mayor cantidad cada vez.
- Haz que tu bebé eructe con frecuencia, tanto durante la comida como después de comer, para impedir que los gases se acumulen en su estómago.
- Después de cada comida, intenta mantener a tu bebé erguido, al menos, durante 30 minutos.
- Usa una cuña anti-reflujo cuando acuestes a tu bebé. Le ayudará a tener una posición semierguida y, por tanto, a que el alimento que ha ingerido no vuelva al esófago.
- Evita que juegue o esté muy activo justo después de comer. Tampoco lo pongas en una mecedora hasta que no pase un buen rato.
Ahora que ya conoces bien qué es el reflujo en bebés, aparte de seguir los consejos que te hemos dado, quizás sería recomendable que te hicieras con una buena colección de baberos. 😄
10 ideas de actividades con bebés en casa
Aunque la marcha diaria con nuestros hijos no suele dar lugar a mucho aburrimiento, en cuanto se juntan más de dos días festivos – como en Navidades, en Semana Santa o en verano-, enseguida hay que pensar qué hacer para que los niños estén distraídos y, por tanto, tranquilos.
Vamos a darte unas cuantas ideas de actividades y juegos para realizar en casa con tu bebé, que además de entretenerle, ayudarán a estimular su desarrollo físico y mental.
1. Explorar la casa (bajo vigilancia)
Puede sonar muy simple, pero para un bebé, su propio dormitorio y el resto de la casa es todo un mundo por explorar.
Incluso si aún no anda, puedes ir animándole a recorrer las diferentes zonas del hogar gateando o con la ayuda de un andador para bebés mientras le vigilas para que no coja nada que le pueda hacer daño. Es una buena forma de divertirse y de desarrollar su motricidad, además de descubrir un montón de cosas por sí mismo.
Para niños que ya andan seguros, esta misma actividad la pueden realizar con un correpasillos para bebés. Algunos modelos están diseñados para que también puedas usarlos fuera de casa.
¡Cuidado con las carrerillas!
2. Un poco de gimnasia con tu bebé
Los bebés también necesitan hacer ejercicio, tanto para desarrollar sus habilidades motrices y sensitivas como para fortalecer su musculatura.
Existen en el mercado gimnasios y mantas de actividades para bebés que vienen equipadas con diversos accesorios colgantes (muñecos, sonajeros, etc), que les incitan a mover sus brazos y piernas, haciendo que establezcan una relación entre acción y reacción.
Si no dispones de uno de estos gimnasios para bebés, no hay problema. Hay muchas formas ayudar a tu peque a hacer ejercicio, como, por ejemplo, dejarle a la vista objetos que le llamen la atención para animarle a que los alcance. También puedes practicar gimnasia para bebés, tumbándole boca arriba, cogiéndole las piernas, acercándoselas al vientre y volviéndoselas a estirar. Esto, además, previene los cólicos.
Y, si quieres aprovechar para ponerte tú en forma, coge a tu bebé en brazos y realiza ejercicios como los del siguiente vídeo:
3. Música para bebés y baile con los papis
¿Qué actividad para bebés en casa puede haber más divertida que bailar todos juntos las canciones que a ellos les gustan?
Está demostrado que los bebés perciben la música desde antes de nacer y también les encanta cuando son más mayores.
Son muy populares los juguetes musicales para bebés con los que empiezan a aprender sus primeras melodías y bailar siguiendo el ritmo. Si no, en plataformas como YouTube o Spotify puedes encontrar muchas playlists con canciones para niños especialmente seleccionadas que se convertirán en la mejor banda sonora para vuestros juegos y momentos de diversión.
Sobre todo, dan mucho juego las canciones con letras sobre animales, ya que invitan a imitar sus movimientos y sus sonidos.
Como recomendación, ¡el Pollito Pío no falla!
4. Hacer un puzzle simple
Además de ser muy entretenidos, los puzzles y los rompecabezas desarrollan la vista, el tacto, la coordinación y la capacidad de concentración.
Existen puzzles para todas las edades, desde puzzles de grandes piezas o de cubos para los recién nacidos, hasta puzzles educativos con los que los más mayores aprenden la hora o los nombres de las cosas. Enseñándole cómo resolverlos, se pasarán las horas y ni te darás cuenta.
5. Dibujo y pintura libre
Esta actividad con bebés es un clásico y les encanta cuando ya tienen edad para, como mínimo, estampar en un papel su mano pintada con colorante alimentario.
Y es que dibujar o pintar es una apuesta segura para un rato de entretenimiento con los más pequeños de la casa.
A partir de los 18 meses, los niños ya pueden empezar a garabatear, así que dale unos crayones o unas ceras, ponle delante unos folios en blanco -o un trozo de mantel de papel- y deja que se despierten sus dotes artísticas.
También puedes enseñarle los típicos juegos de dibujo, como contornear su propia mano dedo por dedo o hacer una cara juntando un 6 y un 4.
6. ¿De qué nos disfrazamos?
No hace falta que sea Carnaval ni comprar disfraces para jugar a vestirse de cualquier personaje o cosa.
A los niños les encanta imitar y estimula mucho su imaginación el reto de hacerse, por ejemplo, una capa con una toalla o un sombrero con una maceta de plástico. ¡Y no digamos ya si les das algo de maquillaje para que se pinten la cara!
Y más divertida será aún esta actividad con bebés y niños si los padres os disfrazáis también. Después solo hay que inventar algún juego para los personajes que habéis creado y sorprender al peque con tu mejor interpretación.
7. Juegos en la bañera
¡Convierte la hora del baño del bebé en el mejor momento del día!
Prueba a hacer espuma con un gel de baño para bebé que no irrite los ojos y deja que tu peque se divierta con su tacto suave y sus diminutas burbujas.
También puedes darle juguetes para la bañera, como los clásicos patitos de goma a cascadas, barquitos, cascadas o peces.
Esta actividad será mucho más segura si empleas una bañera para bebés con hamaca antideslizante incorporada.
8. Cuentacuentos
Los cuentos se pueden contar de muchas maneras, pero si los acompañas con un poco de representación, tu peque se meterá de lleno en la historia y conectará con las emociones que le quieras transmitir.
Así pues, contar cuentos es una oportunidad no solo de entretener a tu bebé, sino también de estimular su inteligencia emocional.
Los tres cerditos, Pinocho o Ricitos de oro son cuentos de toda la vida que se pueden representar con mucha facilidad sin necesidad de poseer grandes dotes dramáticas.
Por otro lado, si tu bebé tiene en torno a los 15 meses, puedes aprovechar para contarle cuentos para dejar el pañal por sí solo.
9. Juegos con la tabla de equilibrio Montessori
Las múltiples actividades con bebés que se pueden hacer con tabla de equilibrio Montessori, merecen un enunciado aparte.
También conocida como tabla curva, tabla Waldorf o tabla Pickler, este sencillo juguete es apto tanto para bebés como para niños mayores y hasta para adultos, ya que aguanta 100 kilos de peso. De hecho, tú también puedes probar a subirte con tu hijo/a.
Entre los usos que tu peque irá descubriendo por sí mismo/a, están el balancín, el puente, el tobogán, la hamaca o la cuna para muñecos.
Y lo mejor son los beneficios que aporta el jugar con la tabla curva Montessori: fortalece las piernas y los principales músculos del cuerpo, mejora la coordinación, favorece el equilibrio, desarrolla los sentidos, ayuda a integrar el movimiento y el habla, y fomenta la imaginación y la creatividad.
10. ¿Por qué no un masaje?
Los masajes son excelentes para estimular el sentido del tacto e hidratar a los bebés. Además, a ellos les encanta y les ayuda a dormir mejor y a aliviar los cólicos, el estreñimiento o los gases.
Para realizar un masaje a tu bebé, solo necesitas un aceite de masajes para bebé, una superficie llana y no muy dura – por ejemplo, el cambiador- y quizás algo de música relajante y una luz tenue.
Extiende el aceite con suaves movimientos por todo su cuerpecito para compartir un momento muy especial con tu pequeño. Masajea su vientre con movimientos circulares y luego recorre sus bracitos y sus piernas de arriba a abajo. ¡Notarás en su rostro lo que le gusta!
Con estas diez actividades para bebés que te acabamos de proponer, seguro que no va a haber un momento de aburrimiento en la familia las próximas vacaciones. Y el resto del tiempo, a dormir toca. 😴
Gases en el bebé: molestos pero fáciles de aliviar
Los gases en el bebé durante los tres primeros meses de vida son muy frecuentes y, en muchas ocasiones, desencadenan ataques repentinos de gritos continuos.
El aire y otros gases pueden llegar al estómago de tu bebé cuando este llora, bebe o simplemente respira. Incluso aunque haya bebido poca leche, las flatulencias pueden generarle una incómoda sensación de pesadez que haga que se encuentre mal.
Muchos padres conocen esta situación como «cólico de los tres meses» o «cólico del lactante». ¿Es tu caso?
Para empezar, te diremos que algunos expertos atribuyen esta fuerte tendencia a los gases a que el aparato digestivo del bebé aún no está del todo desarrollado.
Cómo detectar si tu bebé tiene gases
A algunos bebés les cuesta mucho eliminar el aire de la barriga y necesitan un eructo después de cada comida. Otros, en cambio, apenas tienen problemas.
Observa si tu peque para repentinamente de mamar o de beber del biberón, tuerce el gesto y empiece a llorar. Lo más probable es que tenga gases.
También puede suceder que, aunque no arranque a llorar, tu bebé proteste retorciéndose y haciendo muecas cuando lo quieres acostar después de darle el pecho. En este caso, la razón pueden ser los gases o simplemente que tenga pipí.
Beber del biberón suele dar más gases
Según las comadronas, los bebés que maman tienen menos problemas de gases los que llevan pocos días bebiendo del biberón. Esto se debe principalmente a que los niños que maman pueden controlar el flujo de leche del pecho hasta cierto punto, por lo que, en succionan más despacio y tragan menos aire que si toman el biberón.
Además, cuando se coloca al bebé correctamente junto al pecho durante la lactancia materna, la anatomía de su boquita se adapta perfectamente a la areola, por lo que no puede entrar aire o entra muy poco.
En cambio, el diseño de la tetina de los biberones hace que el bebé trague bastante más aire. Por eso, los padres deberían tener en cuenta las siguientes recomendaciones cuando dan el biberón:
- La inclinación del biberón es óptima cuando la leche reemplaza todo el aire de la tetina.
- El bebé no debe comer tumbado, sino medio erguido.
- Después de cada comida hay que darle unos golpecitos para que eructe.
No obstante, hay modelos de tetinas que se inspiran en el pezón de la mujer, por lo que la boca del bebé se adapta mejor a su forma.
Dicho todo esto, hay que recordar que los bebés que maman también necesitan eructar, sobre todo cuando la madre presenta mucho reflejo de eyección de la leche – subida de leche abundante- y el niño bebe rápido.
Cómo puedes ayudar a tu bebé a expulsar los gases
Existen tres posturas para ayudar al bebé a expulsar los gases:
Sobre el hombro
Con el culito bien asentado sobre el pliegue del codo, el bebé apoya la cabecita sobre tu hombro mientras lo acaricias o golpeas suavemente en la espalda con la mano libre.
La postura del avión
El bebé se coloca boca abajo sobre tu antebrazo y tú le sujetas la cabecita con una mano y con la otra puedes frotar su espalda. Puedes probar la misma postura pero colocando al bebé sobre tus piernas en vez de sobre tu brazo.
Sentado erguido
El bebé se sienta sobre tu regazo, con la espalda contra tu estómago. Tienes que sujetar al niño por debajo de tus brazos, con tu mano bajo su barbilla, e inclinarle el tronco ligeramente hacia delante. Con la mano libre, le puedes acariciar o golpear suavemente la espalda.
Pies hacia nariz
Esta maniobra se realiza con el bebé tumbado boca arriba. Sencillamente, coge sus piececitos y ve acercándolos con cuidado hacia su nariz.
Masaje en el abdomen
Otra forma de ayudar a tu bebé a expulsar los gases y a aliviarle el dolor es dándoles un masaje en el abdomen. Más adelante, te explicaremos cómo.
Lo mejor es que pruebes todas las posturas para ver cuál es más cómoda tanto para ti como para el bebé. Si el eructo o el pedo tarda mucho en producirse, puedes ir cambiando de postura.
Cuándo ir al médico por los gases del bebé
La mayoría de bebés superan la etapa de los gases sin problemas. En cuanto se vuelven más ágiles y pueden moverse solos, desaparecen las flatulencias causadas por un exceso de aire en la barriguita.
Sin embargo, debes llevar al pediatra a tu bebé si sufre fuertes flatulencias o manifiesta dolencias llamativas de un día para otro. Alguno de los siguientes síntomas pueden darte la señal de alarma:
- Flatulencias con ataques de gritos tras cada comida.
- Excrementos líquidos, espumosos o que salpican.
- Excrementos extremadamente sólidos.
- Rechazo a beber.
- No ganar peso.
En estos casos, detrás de las flatulencias combinadas con los demás síntomas podría esconderse una enfermedad grave que el pediatra deberá aclarar y, en caso necesario, tratar.
Cuanto menos tiempo tenga el bebé, menos debes tardar en consultar al pediatra si se presenta este cuadro de síntomas y gases.
Por otro lado, para los padres que están sometidos a mucha tensión a causa de estos problemas que generan los gases del bebé, también puede ser recomendable ir al médico y recibir asesoramiento y ayuda profesional.
Consejos de prevención y tratamiento
- Empecemos por aclarar que no se ha demostrado científicamente que los alimentos flatulentos que coma la madre provoquen gases en el lactante.
- Cuando le des el biberón a tu bebé, procura que no quede espuma después de haberlo agitado.
- Merece la pena que pruebes diferentes tamaños de agujero de la tetina para que entre la mínima cantidad de aire posible.
- También puedes relajar el estómago del bebé haciéndole masajes suaves circulares en la barriguita, en el sentido de las agujas del reloj (si es necesario, con aceite de comino). Un pedo sonoro te indicará que la flatulencia se ha disuelto literalmente.
En el siguiente vídeo, puedes ver la mejor forma de hacerle un masaje a tu bebé para aliviar los gases:
- Contra las flatulencias frecuentes, las comadronas también recomiendan remedios naturales, como la manzanilla o los supositorios de comino.
- Si el pediatra detecta intolerancia a algún alimento, recomendará una dieta especial. Llegados a este punto, quedará descartado cualquier tipo de experimento y el pediatra deberá supervisar cualquier cambio de alimentación al respecto.
Así que ya sabes, los gases en los bebés son un problema muy común, que desaparece normalmente cuando el bebé empieza a moverse por sí mismo.
Mientras tanto, no olvides provocarle el eructo después de cada comida y visitar al pediatra si observas dolencias poco claras o especialmente agudas.
Terrores nocturnos en los niños: un miedo que se olvida al despertar
Gritar, llorar sin control, respirar de forma agitada, sudar o patear son algunos de los síntomas de los terrores nocturnos, que suelen afectar a niños a partir de los 2 años, aunque también se han dado casos en bebés de tan solo 18 meses.
En principio, es algo normal y no debes alarmarte si tu peque sufre estos episodios de terror mientras duerme, pero has de saber cómo actuar en caso de que le ocurra para no empeorar la situación.
Qué son los terrores nocturnos
Los terrores nocturnos, al igual que las pesadillas y el sonambulismo, son un tipo de “parasomnia”, es decir, un trastorno de la conducta durante el sueño que no produce una interrupción importante del mismo.
Los niños y los bebés que sufren terrores nocturnos experimentan episodios de pánico durante la fase No-REM del sueño, la cual coincide con la etapa de adormecimiento – transición del estado de vigilia al sueño- y suele darse en el primer tercio de la noche.
Normalmente, los episodios de terrores nocturnos en niños y bebés son breves y duran unos 10 minutos, pero hay veces que se alargan un poco más.
Cómo diferenciar los terrores nocturnos de las pesadillas
Aunque, como hemos dicho, los terrores y las pesadillas pertenecen al grupo de las llamadas «parasomnias», hay diferencias entre una y otra:
- Mientras que los terrores nocturnos suelen producirse en la primera parte de la noche (fase No-REM, las pesadillas son malos sueños que se generan en la segunda parte, coincidiendo con la fase REM.
- Un niño o un bebé que tiene pesadillas puede moverse y emitir algún sonido. Pero en un episodio de terrores nocturnos, el miedo se manifiesta de una forma más expresiva, con movimientos bruscos, patadas, gritos, respiración agitada y sudores. El niño puede incluso llegar a levantarse de la cuna o cama.
- Durante una pesadilla, los niños pueden despertarse fácilmente. En cambio, es muy difícil despertar a un niño con terrores nocturnos, aunque nos parezca que está despierto por tener los ojos muy abiertos y la mirada fija.
- Cuando el niño que ha tenido un episodio de terrores nocturnos se despierta, no recuerda nada de lo ocurrido. Sin embargo, las pesadillas pueden recordarse y dejar una mala sensación en el cuerpo tras despertar.
¿Hay factores pueden provocar los terrores nocturnos en los niños?
Los terrores nocturnos infantiles se asocian principalmente con la falta de sueño, pero lo cierto es que no hay una única causa que provoque este tipo de trastorno en los niños.
No obstante, aparte de los malos hábitos del sueño, los expertos apuntan a otros factores que influyen como detonante de los terrores nocturnos y que pueden darte una pista si tu peque los está padeciendo:
- El propio proceso madurativo del cerebro de los niños, lo que origina “reajustes” nocturnos. En este sentido, es interesante conocer bien el sueño del bebé y sus diferentes etapas para estar preparados.
- Tener fiebre.
- Estar pasando por una etapa de estrés.
- El cansancio extremo.
- Malas experiencias recientes, como haber visto algo violento en la tele o haber presenciado una bronca fuerte entre sus padres.
- Los viajes o cualquier cambio de horario que influya en sus hábitos de sueño.
- Afecciones no diagnosticadas que interfieran en el sueño, como las apneas, el síndrome de las piernas inquietas.
Cómo actuar si tu peque tiene terrores nocturnos
Generalmente, los padres que presencian por primera vez un episodio de terrores nocturnos en su hijo o hija, se asustan bastante, ya que, como más de uno comenta, “parece una auténtica posesión”. No es raro, pues, llevarse alguna patada o manotazo si se acercan mucho.
Ante tal escena de gritos, llantos y movimientos bruscos, el primer impulso de muchos padres es despertar al niño inmediatamente. Sin embargo, según los expertos, esto es un error, primero, porque el niño está profundamente dormido – aunque tenga los ojos abiertos- y no va a reaccionar a ningún estímulo externo; y, segundo, porque, si llega a despertarse, va a estar mucho más agitado y le va a costar dormirse de nuevo.
Por tanto, aunque suene descabellado, la recomendación de los pediatras ante un episodio de terrores nocturnos, es quedarse cerca del niño observándolo y procurando que no se haga daño con nada de lo que tenga alrededor. Una vez se le haya pasado, acomódale en su cuna o camita, dale un besito de buenas noches y vuelve a la cama.
En este sentido, te puede venir muy bien practicar colecho durante los primeros años, ya que, por un lado, dormir junto a tu bebé te permitirá atenderle inmediatamente si padece terrores nocturnos o pesadillas, y, por otro, está demostrado que los bebés que duermen junto a los padres desarrollan un mayor grado de autoconfianza y seguridad en sí mismos. Este beneficio emocional favorecerá la transición de la cuna a la cama cuando llegue el momento.
Otra cuestión es que tu peque sufra terrores nocturnos con mucha frecuencia o que los episodios sean especialmente violentos, en cuyo caso debes consultarlo con su pediatra.
En definitiva, lo más habitual es que los terrores nocturnos en los niños se limiten a episodios breves que desaparecerán con el tiempo y con la ayuda de nuestros cuidados y de nuestro amor. 😊